Un nuevo
estudio en ratones muestra cómo el ejercicio físico induce cambios en el
músculo esquelético, los cuales ocasionan la limpieza de una sustancia que se
acumula en la sangre durante los momentos de estrés y que es perjudicial para
el cerebro. Esto explicaría los cambios bioquímicos que protegen al cerebro del
estrés gracias al ejercicio físico.
Anteriores
investigaciones ya mostraron que la proteína PGC-1α1 se incrementa en el
músculo cuando se realiza ejercicio. En este trabajo, los investigadores utilizaron
ratones genéticamente modificados con altos niveles de PGC-1α1 en el músculo
esquelético, que desarrollaron músculos bien entrenados (incluso sin
ejercicio).
Tanto estos
ratones como los que no fueron modificados con la proteína fueron expuestos a
un ambiente estresante, como ruidos altos, luces intermitentes y alteraciones
en el ritmo circadiano. Tras cinco semanas, los ratones sin tratar mostraron un
comportamiento depresivo, mientras que los ratones genéticamente modificados no
presentaban dichos síntomas.
La hipótesis inicial era que los
músculos entrenados podrían producir una sustancia con efectos beneficiosos
para el cerebro. Ahora sucedería lo contrario: los músculos bien entrenados
producen un enzima que depura el cuerpo de sustancias perjudiciales. En este
contexto, la función del músculo semejaría la del riñón o el hígado.
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