Fuente: Diario Clarín
Dolor de cabeza, de cuello, de cervicales o de oído. La dificultad al morder o para abrir y cerrar la boca. Fatiga o hasta un hormigueo en el brazo o en la mano. Todos estos son algunos de los síntomas de una misma patología en la articulación temporomandibular (ATM), la que permite realizar el movimiento de la mandíbula a partir de su inserción en la base del cráneo. Parece una afección poco común. Sin embargo, se trata de dolencia que sufren muchos. El problema es que la mayoría no logra identificar el origen de las molestias y los especialistas tardan en diagnosticarlo.
Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 30 por ciento de la población del planeta sufre de trastornos de la articulación temporomandibular.
Un estudio desarrollado por la American Academy of Craniofacial Pain, de Estados Unidos, advierte que las disfunciones de la articulación temporomandibular (DTM) son el doble de frecuentes en mujeres que en hombres. Llegó a esa conclusión tras un relevamiento realizado en la Facultad de Odontología de Jordania, donde un 30 por ciento de una población universitaria sufre desórdenes temporomandibulares producidos por el estrés.
El informe, que tuvo una muestra de más de mil estudiantes, demostró que el dolor en y alrededor de las mejillas y oídos son los síntomas más frecuentes. La mayoría ignoraba que tenía este trastorno.
En la Argentina, según especialistas consultados por Clarín, una de cada dos personas tiene algún tipo de trastorno de ATM, pero muchos todavía lo desconocen.
“Por lo general se recurre a muchos especialistas, incluyendo odontólogos, sin encontrar una respuesta adecuada. El paciente sufre dolores de cabeza, de oído, chasquidos en la mandíbula, ruidos como de arena dentro de la ATM y sigue con dolores de cuello, cabeza, cuello, pecho, espalda que puede llegar hasta la cintura. Es progresivo en algunos casos y el dolor se vuelve insoportable”, explica a este diario el odontólogo Jorge Learreta, especialista en ortodoncia y referente a nivel internacional en articulación temporomandibular (ATM) y disfunción temporomandibular (DTM).
Así le pasó a Luis Ramos, que vive en San Isidro y sufría continuos dolores en la columna cervical porque “tenía una especie de rectificación”.
“Fui a una kinesióloga, me trató durante un par de semanas y me dijo que para ella era un tema de la mandíbula. Así que decidí ir a ver a un especialista de ATM. Me realizó todo tipo de estudios y luego me confeccionó un ‘aparatito’ para la boca que me resolvió el problema ya que se me fue el dolor”, relata.
A Ramos, en realidad, le colocaron una placa de acrílico que, en general, se debe usar todo el día durante un año. El aparato actúa como una guía que acomoda la posición de la mandíbula. “Ahora, con la bioinstrumentación, se mide la actividad de músculos y mandíbula y se realizan tratamientos con placas oclusales para mejorar las deficiencias”, detalla Facundo Arias Aráoz, odontólogo y especialista en ATM.
Por su parte, Esteban Barrientos, también odontólogo, remarca que “hay patologías frecuentes pero no diagnosticadas”. Y puntualiza: “Vienen pacientes derivados por un otorrinolaringólogo o neurólogo. Y hay odontólogos que deben tener una primera instancia con esta articulación e ir más allá, por ejemplo, del estrés que provoca el bruxismo. Debemos interpretar”.
En ese sentido, Learreta sostiene: “No hay una receta preestablecida para detectar la DTM y ésta es la razón de su gran particularidad que comprende una difícil identificación y dificulta la cura. La primera medida que deben tomar aquellos que sufren estos síntomas es realizarse un estudio de diagnóstico de la patología para comenzar a buscar una solución a tantos padecimientos”.