Cuando decidimos realizar un deporte, en general, no pensamos en ese momento en posibles lesiones que podrían alejarnos de la actividad por cierto tiempo o, directamente, impedir que volvamos a pisar un terreno de juego.
Las lesiones deportivas pueden ser producto de accidentes que ocurren por azar o responder a una variable previsible. En este último caso, quiere decir que puede ser evitada.
El esguince de tobillo es la lesión de las articulaciones más frecuente en el deporte y muchas veces puede ser evitado. En el fútbol, abarca el 15% del total y se dan 10 por cada 1000 horas de partidos oficiales.
¿Qué es el esguince de tobillo?
Se trata de la separación transitoria de las superficies articulares, que puede ser con o sin ruptura ligamentaria.
¿Cómo prevenirlos?
Es fundamental tener una buena musculatura, lo que no significa músculos grandes, sino un sistema neuro-motor muy coordinado, capaz de reestablecer el equilibrio en caso de que el tobillo lo pierda.
El tobillo tiene receptores capaces de informar al cerebro de qué posición está el pie (propiocepción). Cuando pisamos mal o nos doblamos el tobillo esa información sube velozmente al cerebro y este envía una respuesta de acomodación del pie lo más rápido posible. Este sistema es el que tenemos que estimular al rehabilitar un tobillo.
Un esguince comúnmente llamado ¨mal curado¨ no es otra cosa que una articulación con mala coordinación neuro-muscular que está propensa a volver a generar un desequilibrio que llegue a otro esguince.
Estas son pautas para prevenir esguinces, de ninguna manera suple una rehabilitación kinésica.